Nuestra civilización ha alcanzado un nivel de conocimiento y de tecnicidad del cual nos enorgullecemos. Quizás con razón. Pero hoy padecemos una hiperespecialización: los científicos, los técnicos, poseen sólo una parcela muy reducida del saber. Ya nadie tiene una visión global y esencial -o sea, una visión humanista— de nuestro mundo.