Con la autoridad moral que da el haberse comprometido en la educación de sus siete hijos, el autor, conocido pedagogo chileno, señala con precisión y ejemplos muy claros el papel de padre en la educación de sus hijos. La complementariedad entre la educación materna y paterna queda manifiesta, así como las inevitables diferencias en la percepción de las cosas entre el varón y la mujer; su conjunto resulta complementario y enriquecedor para la familia.