Begoña Rodríguez ha escrito un libro valiente. En él habla de Dios en las cárceles, pero no como si se encontrara de visita o de paso. Habla del Dios que se acerca a todos los hombres, que habita en lo alto de los cielos y desciende a lo más hondo del abismo. Nos lo cuenta a través del testimonio de los que viven en ellas. Eso es lo más impresionante de este libro. Juan Pablo II visitaba a los presos. Lo mismo hacen muchos obispos, como el cardenal Rouco Varela, que ha escrito un prólogo para esta obra.