El inspector Erlendur, de la policía de Reikiavik, investiga la muerte de un anciano en su casa del barrio de las Marismas. Le habían matado a golpes con un pesado cenicero, y su asesino dejó junto al cadáver un incomprensible mensaje de tres palabras. La novela está elaborada con una técnica clásica y escrita de modo claro y correcto, a base de frases cortas, y el protagonista se apoya más en su experiencia e intuición que en los adelantos de la policía científica. Algunas referencias a su solitaria vida privada sirven para darle un toque humano y de cercanía al lector.