Gösta Berling y sus compañeros ocupan el señorío de Ekeby, con sus siete herrerías, que les permiten vivir de una forma despreocupada y alegre; pero nadie es permanentemente dichoso en esta tierra y el sufrimiento reviste la forma de amores imposibles, pobreza sobrevenida y miserias muy humanas. Toda la bondad del corazón no es capaz de asegurar la felicidad.