En memoria de la melancolía nos decía María Teresa: "Pensé en Doña Jimena, ese arquetipo de mi infancia, que yo había visto en San Pedro de Cardeña, de Burgos, tendida junto al señor de Vivar como su igual y tejí mis recuerdos de lecturas, de paisajes, de horas vividas para apoyar en Doña Jimena las mujeres que iban pasando ante mis ojos." (...) DOÑA JIMENA se nos presenta a lo largo de todo este libro, fundamentalmente, como madre y como esposa. En su alta soledad, después de la pérdida de su marido y de su hijo, supo siempre estar a la altura de las circunstancias.