Inspirándose en la historia que el mundo olvidó y que el Gobierno ruso niega, Erin Litteken relata la crisis de una hambruna provocada por el hombre que, en Ucrania, robó casi cuatro millones de vidas. Es 1929 y Katya tiene dieciséis años, está rodeada de su familia y enamorada de su amigo de la infancia. Cuando los activistas de Stalin empiezan a llegar a Ucrania defendiendo la grandeza de la agricultura colectiva, son solo unos pocos. Pero pronto los vecinos empiezan a desaparecer; los que hablan nunca vuelven.