Carlos Reviejo tiene el don de manejar la musicalidad de las palabras, de versificar el mundo, de infundir en los más pequeños la admiración por el carácter sonoro del lenguaje y de acompañarse en muchas ocasiones de excelentes ilustradores. Sus obras suelen estar situadas en las bibliotecas escolares (cuando las hay) o si no en el entorno más próximo al colegio. Bien sean empleadas como herramienta para el aprendizaje de la lectura o como obras de recreación son favorablemente recibidas por chavales y maestros.