Un día la madre de Jonathan sale a hacer un recado, pero antes de marcharse, deja a su hijo el encargo de mantener todo limpio y ordenado. Jonathan no está preocupado en lo más mínimo, parece una misión sencilla. Entonces oye un ruido al otro lado del tabique, parece el sonido de un tren... De pronto, la pared del salón se abre. Un vagón del metro se detiene allí mismo, descargando a una multitud de personas, que irrumpe en el salón, ensuciando y desordenando todo a su paso.