La añeja Europa vive tiempos convulsos, de sequía económica y tempestades políticas, que proyectan un futuro incierto. Cuando todavía no ha habido tiempo para construir una comunidad europea sólida, resurgen, con más o menos virulencia, los viejos patriotismos: Europa parece asomarse nuevamente a sus viejos demonios, y lo mismo ocurre en España.También nosotros tendimos a pensar en las naciones como realidades «eternas», además de como uno de los aspectos más permanentes de nuestra biografía, y seguramente por eso las defendemos como si fueran fundamentales para nuestra identidad