Un caluroso día de octubre de 1614 moría el señor Alonso Quijano, conocido como don Quijote de la Mancha, asistido por su sobrina y el ama y rodeado de sus amigos, y el mismo día, por la tarde, se le enterraba en presencia de todo el pueblo. La novela de don Quijote había llegado a su término, pero no así la de muchos a los que la vida increíble del ingenioso hidalgo había sacado de su previsible anonimato.