El título de este libro tiene un doble sentido: por un lado hace referencia a la violencia en las aulas, por otro se refiere a aquellos aspectos que debería tener en cuenta una Ley de Educación para que la enseñanza pudiera considerarse como una enseñanza de calidad. La autora relaciona ambos conceptos y afirma que una enseñanza de calidad puede ayudar a los alumnos a superar aquellas limitaciones que provocan el fracaso escolar, producen un ambiente de rebeldía y son causa de la violencia. El libro es interesante para educadores, pero puede resultar de difícil lectura para otro público.