En 1961 un cardiólogo neocelandés apellidado Wiliams realizó el primer diagnóstico general de un síndrome genético que se produce en cada 20.000 seres humanos. Descubrió que a las características patológicas derivadas de este síndrome, como dificultades psicomotrices y acusado retraso mental, entre otras, se unían aspectos sorprendentes como una inusual riqueza lingüística y, sobre todo, una extraordinaria habilidad musical, llegando incluso a tocar instrumentos perfectamente, sin leer ni escribir música; "una capacidad musical, en medio del vacío".