"Entre todas las naciones, ninguna hay tan fanfarrona como la española." así comienza Brantôme esta obra curiosa y divertida. Repleta de anécdotas y que, sin embargo, dista mucho de ser meramente anecdótica. Por el contrario, en pocas obras se refleja con tal fuerza el espíritu del siglo y medio de expansión imperial de España, visto por un francés mundano, desenfadado, aventurero y de mente abierta. De sus obras se ha dicho que, sin ellas, habríamos perdido un fundamental retrato de las costumbres de la época, tanto francesas como españolas.