En el siglo XVIII, academias, periódicos, diplomáticos y mercaderes tejen una red institucional que agiliza la comunicación científica y literaria entre los países europeos. Nace una cultura común que impulsa el conocimiento de la realidad física y analiza la racionalidad de las sociedades humanas. La filosofía de las Luces no se limita a una especulación teórica, sino que modifica profundamente tanto el mundo doméstico y urbano, como la administración pública de los Estados.