El 30 de marzo de 1282, cuando las campanas de Palermo llamaban a Vísperas, los ciudadanos sicilianos, al grito de “Muerte a los franceses”, masacraron a la guarnición y a la administración de su Rey angevino. Para lo que son las matanzas, no fue muy grande; la sublevación de los sicilianos sojuzgados durante largo tiempo, pudo parecer simplemente un movimiento de resistencia más. Pero ocurrió en un momento crucial.