El lector no va a encontrar aquí un tratado convencional sobre la meditación cristiana ni un método que haya de seguirse a rajatabla. Aquí no se trata de aprender ciencias o técnicas para más y mejor meditar. Tampoco de romper ningún molde, como no sea el de la rutina mortecina. Se trata más bien de ir implicando y explicando despaciosamente las dimensiones trinitarias y cristológicas, mariológicas y eclesiales, personales, sociales y mundanales de la auténtica meditación cristiana hasta integrarlas todas en una experiencia de unidad viva y habitual.