El Padre Mateo Ricci, S.J., fue enviado a China como misionero en 1582. Hasta su muerte -28 años después-, desarrolló un profundo conocimiento y amor por el país, su cultura y sus gentes, alcanzando la distinción de ser llamado "Sabio" entre los más prominentes Mandarines de la Corte Imperial. Sirvió de enlace entre dos mundos recíprocamente desconocidos y difundió tanto la doctrina cristiana como los conocimientos tecnológicos y sabiduría filosófica del Renacimiento europeo, con tacto y simpatía.