Hasta la fecha no existía una investigación seria y sistemática sobre la comprensión teológica de la noción de «bien común» en la patrística griega y latina.
Para la patrística, Cristo representa el nuevo koinon o «bien común» de la humanidad, por el cual esta es redimida y unificada en su naturaleza. El desarrollo de esta noción en el ámbito eclesial, litúrgico, económico y político será de una importancia capital para el devenir de la filosofía política occidental en los siglos posteriores.