«No es para que nos contesten a una pregunta por lo que nos hemos puesto en camino, sino para que, en el silencio del lugar de los antiguos oráculos, cada uno descubra cuál es su pregunta». Con este designio, siete singulares peregrinos emprenden un iniciático «viaje al país sonoro», una búsqueda espiritual que, bajo distintas formas en diferentes culturas, ha constituido siempre el símbolo supremo de la vida humana. En El juego de las preguntas, Handke propone que nos abramos al mundo por medio de una pregunta esencial, donde se incluyan todas las respuestas.