Rico, guapo, esperanza de madres ambiciosas y desesperación de sus hermanas, el marqués de Alverstoke no ve motivos para sacrificarse por nadie. Hasta que una pariente lejana, ajena a su egoísmo, recurre a él para solicitar su ayuda.
Arrastrado de un drama a otro por la numerosa e impredecible familia Merrivile, el marqués se sorprende al descubrir que está lejos de aburrirse. La más fascinante de todos es la resuelta Frederica, que parece más preocupada por el bienestar de su familia que por las atenciones de su distinguido pariente.