El estupendo ensayo del Mariano Artigas, conocido erudito en filosofía de la ciencia, se presenta con la intención de ayudar a encontrar el lugar de la ciencia en el nuevo humanismo que ha reclamado Juan Pablo II. Esta intención nace de la constatación según el autor de que a pesar de la presencia continua en nuestra sociedad de la ciencia y especialmente de la técnica derivada, estas no han conseguido crearse un espacio en la cultura moderna.