Teología en estado puro. Sin concesiones. Con Dios en primer plano.
No es habitual encontrar libros y pensadores que sigan confiando en la teología como ciencia imprescindible para adentrarse en el misterio de la realidad. Tampoco es frecuente considerar que la teología puede dialogar al más alto nivel con la filosofía, con las ciencias humanas y con las naturales en la inmanencia de este mundo.