La elección de Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano y el primer Papa jesuita, fue una sorpresa para todos. El nuevo Papa impactó por su sencillez y cercanía desde su primer saludo en el balcón de la basílica de San Pedro, cuando dijo que los cardenales habían ido a buscar un obispo para Roma "al fin del mundo", rezó con la gente y calificó el camino de la Iglesia como "un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros". Sus gestos posteriores continuaron impactando, rompieron muchos moldes, y aún los continúan rompiendo en la actualidad.