La mayor parte de las derechas españolas siempre han repudiado a nuestra Segunda República. No ocurre igual con las izquierdas, que la idealizan y mitifican, la añoran, la reivindican, la interpretan, la monopolizan, la memorizan, celebran su aniversario, utilizan su bandera y se sienten legítimas herederas de ella. Visto el fenómeno desde la distancia y con cierta racionalidad, la cuestión no deja de ser paradójica.