Ningún otro evangelista sabe tocar la fibra más sensible del corazón humano, como lo hace San Lucas. A contribución de ello pone, por una parte, la diligencia con la que, como el mismo dice, trató de informarse personalmente y con todo detalle de todo lo que sucedió en la vida de Jesús y de lo que Jesús mismo hizo. Para ello, como buen historiador, se pone en contacto con las fuentes directas: las personas que habían vivido y protagonizado los acontecimientos. Obtuvo así, una serie de relatos auténticos de quienes desde el principio fueron testigos de vista.