Volver a partir del Cenáculo significa redescubrir, a la luz del Espíritu, las razones «pascuales y pentecostales» de nuestra fe, ¡estar en el interior del corazón del misterio! Pentecostés no pertenece al ayer; la fe es el hoy de Dios. La actualidad de Pentecostés no es un tiempo circunscrito a una fiesta: Pentecostés es siempre el espacio infinito del deseo, de la espera, de la novedad de Dios. Ahora es tiempo de abrir de par en par las puertas al Espíritu y de ser «cultivadores del amor».