Se suele afirmar que el cristianismo es una religión de la palabra. Así, abordar el silencio y la quietud significa ser consciente de la tensión entre el habla y el silencio. Berger es coherente cuando se pregunta: ¿Realmente habla Dios cuando «habla»? ¿Cómo de comprensible es su discurso? ¿Habla también en el silencio?