La genialidad de los clásicos no radica, primeramente, en la profundidad casi inalcanzable de sus juicios, sino en el acierto y el modo de plantear sus preguntas. En este sentido, «El monoteísmo como problema político» puede considerarse un clásico de pleno derecho. ¿Tienen las creencias religiosas de una sociedad alguna incidencia sobre el sistema político? ¿Con qué legitimidad? ¿En qué se diferencia la recepción política del politeísmo de la del monoteísmo?