"Querría tener delante una España desnuda de prejuicios. De mediocres. De históricas constantes de tropiezos en lo mismo. Una España en la que se pudieran saborear sus miles se encantos sin temer al mañana y sin rencor al ayer. Despojada de tanta maraña oficial. De tanta y tan diaria dosis de violencia. Una España que, como en el verso de León Felipe, se supiera todos los cuentos. Y detestara a todos los cuentistas. En suma, un país con los grandes problemas de todos los países ya plenamente resueltos y no todavía pendientes, preguntándonos cada mañana qué somos y por qué”.