Históricamente, la Iglesia católica española ha monopolizado la llave de las almas, ya que no ha tenido la competencia de ninguna otra creencia religiosa desde los Reyes Católicos y, pese a tener que rivalizar a partir del siglo XIX con otros universos simbólicos que no admitían su prerrogativa de la verdad, la sociedad española ha conservado las raíces católicas merced a la prevalencia de la confesionalidad del Estado hasta finales del siglo XX.