Marie Belgorodsky, una francesa de 40 años, recibe en 1994 una carta de un familiar lejano del cual ignoraba casi la existencia. En la carta se habla de un Libros de los destinos, un diario que mantenía un tal Adichka en 1916 y 17, cuando la hacienda familiar en Rusia estaba a punto de caer víctima del pillaje y la destrucción.