El libro de los destinos

Marie Belgorodsky, una francesa de 40 años, recibe en 1994 una carta de un familiar lejano del cual ignoraba casi la existencia. En la carta se habla de un Libros de los destinos, un diario que mantenía un tal Adichka en 1916 y 17, cuando la hacienda familiar en Rusia estaba a punto de caer víctima del pillaje y la destrucción.
Cuando, finalmente, el diario cae en sus manos y una vez enfrentada con una historia que le es absolutamente ajena, Marie lo rechaza. Pero sólo hasta que abre la primera de sus páginas. En ellas se encontrará con una familia con tres hijos y una hija; soñará con un hombre del que ella misma podría haberse enamorado, el mismo Adichka; conocerá a la esposa de este, pianista, bella y despreocupada; se sucederán hermanos y hermanas; reconstruirá a sus abuelos y se dará cuenta de la felicidad que suponía vivir en Rusia cuando se tenía amor y dinero. La Rusia blanca de la nostalgia, la elegancia y la belleza.
El libro de los destinos es un retrato y un homenaje a unos seres abatidos en plena felicidad, admirables por su valía y su grandeza, un intento de recrear un tiempo ignorado. A través de sus palabras, Anne Wiazemski compone la memoria de su propio pasado, y nos otorga a los lectores el premio de echar de menos a esos personajes en el momento de cerrar el libro como si de nuestra propia familia se tratase.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2009 Miscelánea
190
978-84-937228-2-1
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Imagen de Ran

Se trata de una historia en la época del comienzo de la revolución del 17. Una familia noble, con grandes posesiones que lo pierde todo, y se ve obligada a salir de Rusia.
La autora pretende dar una idea de cómo da comienzo la revolución bolchevique mostrando el descontento general ante a las continuas levas para alimentar la guerra con Alemania, a la vez que los activistas rojos fomentan el malestar de la clase obrera y los campesinos llenándolos de resentimiento y afán de venganza, incitándolos a la revuelta y al asesinato.
La narración avanza sin resentimiento hasta el desenlace final con la muerte del príncipe.
La novela termina con la “visíta”, la vuelta, de los descendientes del príncipe al lugar de los acontecimientos, y comprobar que, en los años trascurridos, ya no queda nada de la hacienda e, incluso, que la tierra se ha abandonado y apenas produce nada, tierra que los campesinos habían reclamado y habían arrebatado a precio de sangre.
La prosa es fluida y el tono de la narración es de evocación y nostalgia.