El 19 de enero de 2004, en la Academia Católica de Baviera en Munich, tuvo lugar un hecho insólito en el mundo actual: uno de los más importantes filósofos vivos, Jürgen Habermas, debatía en público con uno de los principales representantes de la Iglesia Católica, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, hoy papa Benedicto XVI. Si el contexto es sorprendente, no lo es menos el resultado: los puntos de encuentro entre ambos acerca del Estado democrático de derecho como mejor forma política para defender la dignidad humana, o acerca de la necesaria interpelación recíproca entre razón y fe, destacan sobre las previsibles divergencias.
Comentarios
Dos pensadores de referencia mundial cara a cara. Sorprende que partiendo de posiciones tan distantes, diríamos que opuestas, sean capaces de un cierto entendimiento. La duda salta en torno a la legitimación del sistema democrático o el sistema occidental de derechos de las personas. La cuestión es quien legitima el derecho, y ambos filósofos son conscientes de que dar toda la legitimación a la mayoría ya ha supuesto suficientes disgustos a la humanidad en tiempos recientes. Siendo los dos alemanes no hace falta concretar más. Y si la mayoría no es suficiente, ¿cuál es la instancia que garantiza el entendimiento? Se habla de los derechos fundamentales y entonces se reconoce que las formulaciones que se han hecho en los organismos supranacionales son de índole occidental, y que las culturas orientales no dejan de ofenderse de nuevo ante la arrogancia occidental. La conclusión gira en torno a la necesidad de limitar las pretensiones de un planteamiento religioso y de un planteamiento racional. Pero incluso un entendimiento cristiano y racionalista no sería suficiente porque las culturas no occidentales no entrarían en el entendimiento.
En este breve libro se recojen tres análisis muy interesantes de la situación cultural europea. El primero del que presenta el texto: Leonardo Rodríguez Duplá. El segundo la perspectiva de Jürgen Habermas, acerca de la necesdidad del diálogo con la religión para recuperar fuerza en el sistema democrático. Y, finalmente la necesidad, según Ratzinger, de que las religiones examinen y rectifiquen, para ser más fructíferas, sus aportaciones al mundo de hoy: sobre todo en racionalidad y erradicación de toda violencia; pero también que la razón -y en concreto la ciencia- evaluen sus errores. Sólo así podemos contribuir todos a la recuperación de las raíces de Europa.