Ronald Knox, hijo del Obispo anglicano de Manchester, fue de los alumnos de Eton y Oxford más brillantes de su generación. En 1917 se convirtió al catolicismo. Evelyn Waugh ha dedicado a su amigo esta obra maestra, llena de afecto, de ingenio y de sobriedad, escrito con un estilo que habría entusiasmado a su protagonista y con un tacto exquisito.
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Acabo de terminar de leer la magnífica biografía de Ronald Knox, (Evelyn Waugh, Palabra, Madrid 2005). Ronald era un tipo estupendo, y encuentro (salvando la abismal distancia, ojo) un cierto paralelismo con lo que a veces me ocurre. Me dedico a la enseñanza, actividad que, como la pastoral de Konx en Oxford, es incompatible con la escritura. La enseñanza exige un cien por cien de dedicación: de fuerzas, de cabeza, de tiempo... igual que la escritura. Además, en mi caso, que no en el del converso, siempre queda la incertidumbre de si de verdad tengo la musa, como decía un amigo. Pero el caso es que lo que quería era recomendaros el libro. Prosa exacta y precisa, sobria. Una vida sencilla y por eso ejemplar. Muchas citas de Knox, Chesterton, Belloc y otros grandes escritores. El ambiente de oxford. El ambiente católico de la Inglaterra en la primera mitad del pasado siglo. Y la conciencia, siempre la conciencia fina de estos ingleses de los que tanto tenemos que aprender.
Pensad en un hombre sentado alrededor de la mesa con sus seis hijos. Es el Obispo anglicano Edmundo Knox. Falta la madre ya que el Obispo enviudó pronto. Los nombres de sus hijos varones son Edward, Dillwyn, Wilfred y Ronald, el más pequeño de todos y protagonista de esta historia. El biógrafo nos avanza la evolución religiosa de los hermanos: Edward se mantuvo como laico en la Iglesia anglicana; Dillwyn evolucionó hacia el agnosticismo; Wilfred se ordenó como clérigo anglicano y así permaneció; por su parte Ronald, después de recibir las órdenes en la Iglesia anglicana, se convirtió al catolicismo donde fue ordenado sacerdote. La cuestión que se plantea es cómo cuatro hermanos, que habían estado unidos y educados de forma similar, pudieron evolucionar de maneras diferentes. El que haya leído la biografía del Cardenal Newman sabe que las tensiones internas dentro de la Iglesia anglicana constituyen un principio de explicación. Cada vez que el anglicanismo ha tenido que hacer un esfuerzo de adaptación para mantener en su seno a los no conformistas, a los evangelistas, a los liberales y, en nuestros tiempos, a los relativistas, un grupo de anglocatólicos –anglicanos que conservan las creencias y los sacramentos de la Iglesia católica- ha vuelto al catolicismo. La vida de Ronald Knox se desarrolló en gran parte en Oxford, la Universidad concebida para la formación del clero anglicano. Allí cursó sus estudios brillantemente, allí recibió la llamada al sacerdocio y fue ordenado dentro de esa Iglesia, allí ejerció como profesor y capellán, pero también experimentó las dudas que a la postre le devolverían a la Iglesia católica. El segundo movimiento de Oxford, que tuvo a Knox como centro, tuvo una vida efímera, la mayoría de sus miembros murieron en la Primera Guerra Mundial. “Si te pasas a la Iglesia católica –le había advertido su padre- nunca podrás hacer uso de tus grandes talentos”. Knox, que había sido propuesto como tutor en el Trinity College antes de su conversión, fue destinado por el Arzobispo de Londres a dar clases de latín en un seminario. En St.Edmund permaneció durante siete años con el sentimiento de que su obra intelectual estaba por realizarse. De allí volvió a Oxford como capellán católico, pero al ver vaciarse las aulas en 1939 por causa de una nueva guerra europea y mundial dimitió de su cargo y se retiró para realizar su gran obra: elaborar una nueva traducción de la Biblia a la lengua inglesa partiendo de los originales hebreos y griegos. La labor estuvo terminada en 1955. Simultáneamente había ido publicando otras obras de contenido religioso y apologético que, en muchos casos, eran recopilación de sermones y conferencias. Poco antes de su muerte recibió el nombramiento de tutor honorario del Trinity College que le llenó de orgullo. Falleció cerca de Londres el 24 de agosto de 1957.
Leyendo esta biografía se adivinan dos personajess: Ronald Knox y Evelyn Waugh coetáneos e incluso amigos, podemos decir que gracias a la pluma magistral del segundo tenemos una imagen perfectamente perfilada del primero. Knox es un hombre singular: converso y muy distinto a Newman. Sacerdote y nunca párroco. Célebre en su época y sin embargo reservado. Gran predicador y polemista y muchas veces tímido. Waugh proporciona todas las pinceladas necesarias para meternos en una vida nada fácil: la del capellán anglicano de Oxford y que llega a capellán católico de Oxford. Un sacerdote que pudo fácilmente ser obispo pero que hizo todo lo posible por evitarlo, y lo consiguió. Su vida, sobre todo en sus últimos años fue la escritura, y efectivamente es un escritor tremendamente prolífico. Magistral biografía para conocer una época, la de las dos guerras mundiales, desde el punto de vista del inglés que no se movió de su país en las grandes contiendas. Sin duda un sacerdote peculiar y desde luego una obra que merece la pena dedicarle el tiempo.
La biografía de Ronal Knox que traza Evelyn Waugh es francamente interesante, recoge la evolución del movimiento de Oxford en el siglo XX. Resulta de gran interés para conocer el catolicismo inglés de la mitad del siglo pasado y la situación del anglicanismo. También es interesante para estudiar la espiritualidad de Knox y enmarcar sus escritos apologéticos que tanta importancia han tenido y siguen teniendo.