En este libro, continuación de Humanismo: los bienes invisibles, el autor analiza dos dimensiones complementarias en el armónico desarrollo del hombre: la formación personal (resortes interiores, disciplina y trabajo) y la dimensión social (el arte de educar, el arte de gobernar, la familia). Finalmente, ofrece al lector una interesante reflexión sobre el sentido religioso, indispensable para ese equilibrado crecimiento como personas.
Para la mentalidad humanista, el desarrollo de la persona no es un bien privado ni tiene como fin la autocomplacencia. Es miembro de una sociedad y, como tal, ha de buscar la propia mejora con el fin de ofrecer a los demás un mejor servicio: tener para dar. Así lo testimonia una larga tradición de hombres sabios, recogida también en estas páginas.
Comentarios
Ante el éxito de la primera parte “Humanismo, los bienes invisibles”, Lorda ofrece una continuación comentando las tareas del espíritu.
Las aborda con acierto y con ese “duende” que hace dar fondo y sentido a la teoría y práctica en las que las va concretando.
Algunas de ellas tiene un enfoque personal que se podrá compartir total o parcialmente; en otras las ha orientado hacia aspectos muy prácticos referentes a la cultura actual que podrían limitar el horizonte universal del talante humanista.
Pero hay que concederle que presenta un corpus doctrinal coherente y muy sugerente, haciendo de la obra un referente para abrir horizontes a jóvenes universitarios.