Esta impresionante novela, publicada en 1947, recoge uno de los deseos más firmemente arraigados en el corazón humano: el afán de "salir de sí mismo, de convertirse en otra persona" en algún momento de la vida. Fabien trabaja en una oficina ordenando fichas y contestando cartas. Se siente atrapado en un mundo "tan estrecho como una mazmorra". Un día se topa con Brittomart, un "anciano de negro" que le presta favores paranormales. Pronto descubrirá que se dedica a engullir almas como subalterno del diablo. "Así como los libertinos se mueven en torno a los cuerpos, yo me muevo en torno a las almas", le confía en un arranque de sinceridad. Conociendo la desazón y el descontento de Fabien, le ofrece el don de cambiar de personalidad: sólo tendrá que pronunciar su nombre y una breve fórmula mágica en el oído de la persona elegida. Fabien cae en la trampa y comienza una profunda insatisfacción. Primero ocupa la personalidad de su jefe, un hombre débil en el fondo. Luego busca la juventud y encuentra un cerebro "demasiado estrecho para realizar el trabajo que se le pide". Busca después a un intelectual, traductor de Petronio, que es en realidad un hombre amargado que un día rechazó la llamada de Dios. Sólo le queda probar la belleza –que tampoco lleva consigo la felicidad- y la inocencia –pero el niño elegido no le deja entrar. Fabien aprende la lección: a pesar de las apariencias –riqueza, bienestar, prestigio, cultura, belleza- "en toda vida humana hay un drama, que casi siempre permanece oculto". La aceptación de uno mismo se impone, a pesar de las "humillantes limitaciones propias".
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Fabien aprende la lección: a pesar de las apariencias –riqueza, bienestar, prestigio, cultura, belleza- "en toda vida humana hay un drama, que casi siempre permanece oculto". La aceptación de uno mismo se impone, a pesar de las "humillantes limitaciones propias".