A finales del siglo XIX, Francis Prescott, un joven brillante y prometedor, licenciado en Harvard y Oxford, decide renunciar a un futuro más mundano y funda St. Justin Martyr, un internado masculino que con el tiempo se convertirá en el colegio más exclusivo de los EE.UU. y en cuyas aulas se educarán muchos de los hombres llamados a regir el destino del país. Cincuenta años más tarde un joven profesor del colegio recibirá el encargo de redactar la biografía del carismático fundador.
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La obra narra la vida de Francis Prescot, un joven sacerdote protestante, que funda un colegio. Justin, desde los más genuinos principios evangélicos, haciendo de él el colegio más prestigioso del país.
A medida que avanza el relato van apareciendo luces y sombras acerca de la personalidad de Prescot. Se presenta como un hombre religioso, pero al que no le inquieta lo más mínimo aconsejar a una de sus hijas que testifique contra conciencia en el proceso de nulidad del matrimonio de ésta con un católico, y así poder divorciarse.
El desenlace de la obra es un tantico decepcionante: el prohombre, ya jubilado y cercano a la muerte, comprueba que su sucesor en el cargo como rector de Justin se aparta del espíritu fundacional, que fue el alma que animó su prestigio y lo encumbró en el ámbito de la enseñanza. Prescot, aunque decepcionado, no reivindica el espíritu fundacional.
El autor sabe dirigir la narración con una prosa fluida y una claridad expresiva que contribuye a hacer entrañable la historia y de algún modo iencariñarse con el protagonista.