Lord Harrowby, directamente llegado de Londres, se presenta en las oficinas de la compañía de seguros Lloyd’s en Nueva York con una insólita petición: quiere hacerse un «seguro de boda», es decir, quiere suscribir una póliza que le asegure que su inminente boda con la joven Cynthia Meyrick, hija de un magnate neoyorquino, llegará a celebrarse; en caso contrario, la aseguradora habrá de compensarle económicamente. La compañía ya ha atendido otras propuestas inauditas y acepta el reto, con la condición, claro, de que no sea el propio novio quien vaya poniendo impedimentos a la boda. Pero, para mayor seguridad, encarga a uno de sus empleados, el joven y apuesto Dick Minot, vigilar de cerca a la pareja y ocuparse de que el acontecimiento llegue a buen puerto. Nada permitía prever que, al conocer a la novia, el bueno de Dick se quedaría inmediatamente prendado de ella…
Seguro de amor (1914) de Earl Derr Briggers (luego conocido por sus novelas de Charlie Chan) es una comedia de amor y aventuras, que transcurre en San Marco, «ciudad de luna y romanticismo» en la costa de Florida: un disparatado ambiente de lujo, entre yates y fiestas en hoteles y casinos, excursiones tropicales y millonarios, nobles, ladronzuelos, publicistas y un escritor pagado para escribir sus frases a las damas «más ingeniosas» de la buena sociedad. Un misterioso robo de un collar de diamantes, distintos planes de chantaje y una trama de identidades inciertas acaban de perfilar esta novela que parece anticipar la Era del Jazz, llena de diálogos rápidos, personajes memorables y un ingenio poco común.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
---|---|---|---|---|
2016 |
320 |
978-84-9065-176 |
Comentarios
Novela de enredo..., a la
Novela de enredo..., a la americana; es decir con un humor peculiar donde todo lo que es susceptible de complicarse y añadir suspense un tanto estrambótico lo hace con salidas esperpénticas.
¿Mensaje? ¿trascendencia?, además de divertir señala la fidelidad a la palabra dada por encima de todo interés personal.
La narrativa es llana, sin especial valor literario y con un alto nivel imaginativo, que la hace válida para pasar un rato de asueto y poco más.
Una historia de fidelidad… a
Una historia de fidelidad… a la palabra dada. Un tanto estrambótica, entretenida, esta novela, que podría considerarse romántica, se convierte un sufrimiento para los protagonistas por el empeño en mantener la palabra dada. Se podrá preguntar uno ¿hasta qué punto es una exageración? Es difícil de saber en esta historia donde casi todo es exagerado y divertido, siempre y cuando se lo tome uno con humor. Entretenida e intrigante hasta la última página.
Novela de comedia americana,
Novela de comedia americana, de enredo y aventuras. Con un ritmo trepidante, lleno de diálogos ágiles, el autor nos lleva de la mano por una odisea que apenas dura en el tiempo una semana.
Dentro de un contexto de lujo, superficialidad, riesgos, apariencias, mentiras veladas o engaños manifiestos, con un divertido humor británico; también con virtudes humanas como la lealtad (cuando Minot lucha por ser leal a su misión en contra de su corazón: “… sin embargo, tenía que mostrarse leal hasta el último momento (161)), corren una serie de personajes pintorescos, casi caricaturescos, exagerados, vitales para bien y para mal. Subyace un crítica hacia lo “europeo” y sobre todo a la “aristocracia”, que por otra parte, por su prestigio, los americanos en esta obra, ansían relacionarse con ellos.
Hay ciertas licencias éticas, como cuando dice que Gabrielle Rose “se ha casado muchas veces” (161) o ciertos aires machistas o feministas, como aquella en la que la mencionada Gabrielle Rose “odia a las mujeres inteligentes y me enorgullezco de ello” (156), aunque también se puede entender como ironía a la pedantería de algunas de esas mujeres. O por ejemplo cuando Cynthia le dice a Minot: “Ser hombre debe ser una pérdida de tiempo”(…) “Y qué maravilla ser mujer para la que el hombre solo es una idea secundaria, incluso en una boda…” (204). Ironía sádica, cuando Paddok se mete con la lealtad de Minot y el cristianismo: “Niños, contemplad a este mártir cristiano! Si esto me pasara a mí, yo mandaría el trabajo a tomar viento y me fugaría…Ah! No! Tú no podrías, claro. Sería jugar sucio (176).
En conjunto la obra es ágil, prácticamente un guión de cine, como así fue vista para los que la llevaron a la gran pantalla. Es fácil de leer, divertida, cómica, descansante.