Este maravilloso libro, la sorpresa editorial del año en Italia, posee el poder de despertar en cualquier persona un interés insospechado por el griego antiguo. La lengua de los dioses nos descubre las hermosas curiosidades del griego antiguo -«desde su particularísima manera de concebir el tiempo hasta la expresión del deseo, desde saber expresar el amor hasta la superación de la barrera de los géneros de las cosas y de la vida»- y el modo en que esta lengua es capaz de hablarnos de nosotros mismos y transformar nuestra manera de ver el mundo.
"La lengua de los dioses habla de una lengua que no ha dejado nunca de seducir a hombres y mujeres de todas las épocas y de todos los lugares, por su hermosura, su elegancia y sobre todo por su rareza. El griego es irremediablemente distinto, por eso sentimos una especie de añoranza de él, como si fuera una historia de amor que nunca hemos vivido, sino siempre anhelado. No importa que conozcáis o no el griego; este libro está dedicado a cualquier ser humano que busque las palabras para hablar de sí mismo en el presente" (Andrea Marcolongo).
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Con el subtítulo “Nueve
Con el subtítulo “Nueve razones para amar el griego”, se presenta un ensayo sobre esta lengua que no se puede considerar un manual tradicional de gramática, ni un ensayo académico, ni una clase magistral. Se trata más bien de una reflexión sobre el hombre, sobre un pueblo, una forma de pensar y un modo de vivir plasmado en una lengua de siglos. Como afirma Alessandro D’Avenia, la autora transforma “nueve excentricidades lingüísticas en nueve cuestiones existenciales”, como, por ejemplo, la peculiaridad de los tiempos verbales griegos donde lo importante es el aspecto (cómo ocurren las cosas, su desarrollo y la cualidad de la acción), los tres géneros (masculino, femenino y neutro), los tres números (singular, dual y plural), o un modo llamado deseo (el optativo).
Así, la autora de este libro, Andrea Marcolongo, explica que “la vida de una lengua está en los seres humanos que se sirven de ella para concebir el mundo y para vivir expresándolo mediante palabras, la vida de una lengua, pues, está en la sociedad” (p. 163), es un hecho social. Por esta razón, actualmente, los estudios lingüísticos deben enlazar con la arqueología, la antropología, la estadística, la geografía social, la etnología, la economía y, ante todo, con la sociología.
En su historia, el griego tiene un pasado remoto: el griego común o prehistórico, o sea, una lengua unitaria que constituye la base de todos los dialectos posteriores, y que se desarrolló en torno al II milenio a.C. Los poemas homéricos, la Ilíada y la Odisea, algo posteriores, son quizá el ejemplo más significativo de la unidad lingüística y cultural del mundo griego, escritos en una lengua literaria que preveía la mezcla de elementos dialectales diversos. Así pues, en este sentido, los poemas no eran solo un relato épico, sino una verdadera enciclopedia de lo que era ser griego: todos los griegos aprendieron a ser griegos en sus usos y costumbres de acuerdo con Homero. Quizá por todo ello, Grecia hoy habla un griego moderno que toma prestados gran parte de sus elementos del griego antiguo para recalcar al mundo la identidad de un pueblo que tiene el pasado cultural más imponente del mundo occidental (p. 196).