Mi vida en el Opus Dei

Peter Kopa nació en Praga en 1944. Finalizada la Guerra Mundial su familia fue expulsada de Checoslovaquia por tener raíces alemanas y, en 1947, se estableció en Asunción (Paraguay). En ese país Peter se incorporó al Opus Dei en 1965. Su historia posterior pasa por Roma, Zurich y otra vez Praga en 1991, donde echa la vista atrás sobre su vida cumplidos los setenta y seis años. Sorprende que un libro tan bueno haya sido publicado en una editorial tan... floja. Es también una muestra de la fe del autor, que sabe que Dios no necesita de una tipografía especial para llegar a las almas.

El autor narra su vida como la gran aventura que, cuando era joven, soñaba junto a su padre en las noches del Cono Sur americano. Toda gran aventura tiene sus luces y sus sombras, y las sombras en la vida de Peter vienen dadas por su nacimiento en 1944, en la recta final de la Segunda Guerra Mundial. El autor señala como muchas veces se ha interrogado a sí mismo y a los demás sobre el origen del mal en el mundo y como los que no habían vivido catástrofes como las guerras mundiales no entendían la pregunta. Por eso -comenta- le habían gustado los escritos de san Juan Pablo II y de S.S.Benedicto XVI que sí sufrieron por dicha causa. "El origen último de toda guerra -escribe- está en el pecado y la ignorancia" (pág.87).

Señala el autor cómo "los grandes problemas culturales de nuestro tiempo solo los pueden afrontar personas bien formadas profesionalmente y, al mismo tiempo, enraizadas en la oración y los sacramentos. Es tarea primordial de los individuos y no de las estructuras" (pág.93). Peter había cursado estudios de Derecho en Paraguay; en Zurich y Praga se dedicó a los negocios. Añade que "con el bagaje de la formación filosófica y teológica recibido en la Obra -la prelatura del Opus Dei- disfrutaba de la capacidad de mirar el panorama de mi vida y la del mundo con un sano complejo de superioridad, sin faltar a la humildad" (págs.85-86). Una mente amplia -añadiría yo- capaz de pasar de los euros a las ideas y de éstas a las iniciativas sociales.

¿Quién iba a suponer que un exiliado de la Segunda Guerra Mundial en el Cono Sur americano, procedente de una familia escasamente religiosa y que había sufrido el tsunami de la guerra en Europa, podía dedicar su vida al servicio de Dios? Nadie, pero es Dios quien elige. Peter escribe que ha sido muy feliz en su vida, en cualquier lugar, con cualquier empeño, con la fraternidad vivida en el Opus Dei, "sin esperar otra cosa que agradar a Dios" (pág.108).

El autor cita repetidamente una frase que había escuchado al fundador del Opus Dei: "Para que las cosas se arreglen se tienen primero que desarreglar" (pág.132). San Josemaría se refería probablemente a la situación de la Iglesia católica -eran los años del post concilio-, pero Peter lo aplica al catolicismo en Praga en 1991. Los católicos en esa ciudad había pasado del 72% de antes de la guerra al 12% en el momento de la caída del Telón de Acero. Un día el autor pregunta en la recepción del hotel sobre un lugar donde pueda oir Misa y el empleado le responde enfadado: "Pero señor ¿no se da cuenta que hasta hace poco esa información estaba estrictamente prohibida?" (pág.104).

Una lectura muy recomendable para la gente joven a fin de que conozca algunos sucesos dramáticos ocurridos en el siglo XX, y, de paso, lo que es una vocación de servicio y amor a Dios en medio del mundo.