El último poemario de Jaime García-Máiquez es un libro paradójico. Tras un prólogo desmitificador, en el primer verso, señala que ha incumplido la promesa de no volver a escribir poesía. El texto está plagado de versos contundentes, que aparentemente rozan el nihilismo ("He sido joven demasiado tiempo. // Ahora quiero ser viejo. // Refunfuñar..."), pues nos habla de cansancio, de fatigas, de insomnio, de penurias económicas, de la fugacidad de la vida ("Aquí, // como en el templo aquel de los judíos, // no va quedar ni una maldita piedra // sobre piedra."), y el último poema se titula con un oxímoron ("Del llanto alegre"). Sin embargo, a mí me ha ocurrido lo mismo que dice el autor que le pasó a su mujer cuando le mostró el texto: que "se rió de lo lindo". Hay poemas que se leen casi como un breve relato, que enganchan (por ejemplo, los que dedica a los distintos tipos de gafas o al viejo coche que usaba su madre...), siempre con mucha ironía, con imágenes y comparaciones originales, elocuentes, con referencias a la familia, a los amigos, llenas de gratitud y de ternura contenida, y con reflexiones críticas sobre la realidad en la que nos movemos, con las que trata de separar el grano (lo que realmente importa y merece la pena) de la paja. También son interesantes las referencias al arte (el autor trabaja en el Museo del Prado), a la creación poética, al cine. En el estilo de Jaime García-Máiquez, claro y aparentemente fácil, destaca el gran dominio del ritmo, lleno de naturalidad, que casi pasa inadvertido al lector. Poesía que invita a leer poesía. Luis Ramoneda
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El último poemario de Jaime García-Máiquez es un libro paradójico. Tras un prólogo desmitificador, en el primer verso, señala que ha incumplido la promesa de no volver a escribir poesía. El texto está plagado de versos contundentes, que aparentemente rozan el nihilismo ("He sido joven demasiado tiempo. // Ahora quiero ser viejo. // Refunfuñar..."), pues nos habla de cansancio, de fatigas, de insomnio, de penurias económicas, de la fugacidad de la vida ("Aquí, // como en el templo aquel de los judíos, // no va quedar ni una maldita piedra // sobre piedra."), y el último poema se titula con un oxímoron ("Del llanto alegre"). Sin embargo, a mí me ha ocurrido lo mismo que dice el autor que le pasó a su mujer cuando le mostró el texto: que "se rió de lo lindo". Hay poemas que se leen casi como un breve relato, que enganchan (por ejemplo, los que dedica a los distintos tipos de gafas o al viejo coche que usaba su madre...), siempre con mucha ironía, con imágenes y comparaciones originales, elocuentes, con referencias a la familia, a los amigos, llenas de gratitud y de ternura contenida, y con reflexiones críticas sobre la realidad en la que nos movemos, con las que trata de separar el grano (lo que realmente importa y merece la pena) de la paja. También son interesantes las referencias al arte (el autor trabaja en el Museo del Prado), a la creación poética, al cine. En el estilo de Jaime García-Máiquez, claro y aparentemente fácil, destaca el gran dominio del ritmo, lleno de naturalidad, que casi pasa inadvertido al lector. Poesía que invita a leer poesía. Luis Ramoneda