De día, la casa del abuelo es la más bonita del mundo. De noche, Hedda tiene miedo, porque desde lo más profundo del bosque le llega el aullido de un lobo.
¿Estará reclamando su territorio? ¿Necesitará su ayuda? Solo dejando atrás sus temores, podrá desvelar el misterio. E incluso hacer un amigo muy especial.
Un cuento ilustrado para los más pequeños que nos enseña el valor de la biodiversidad y la preservación del mundo salvaje
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2021 | Errata naturae |
52 |
978-84-17800-94-9 |
Ilustraciones de la autora Traducción de Ana Flecha Marco |
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Álbum ilustrado sobre la
Álbum ilustrado sobre la amistad y la relación entre seres diferentes, inspirado en los cuentos tradicionales. La protagonista es Hedda, una niña que está de visita en casa de su abuelo, un precioso lugar entre el lago grande y el bosque oscuro. Por las noches, Hedda tiene miedo porque presiente que hay alguien escondido entre los árboles, aunque su abuelo afirma que allí no hay animales peligrosos. Y así, frente a los llamativos colores de la casa, se alza un bosque enorme y negro como el lobo que lo habita, un animal feroz de ojos amarillos. Pero, si Hedda consigue vencer sus miedos y acercarse al lobo, es posible que descubra en él un corazón bueno y valiente.
Así pues, se trata de un cuento sobre la relación entre un lobo y una niña que busca cuidar el medio ambiente y que con su comportamiento intenta lanzar una llamada para conservar el mundo que compartimos. El argumento nos traslada a Escandinavia, con sus bosques frondosos, su nieve y sus casas de colores para contar una historia entrañable y tierna que gustará a lectores grandes y pequeños.
Tanto los textos como las magníficas ilustraciones son obra de Nora Brech, que ha recreado un precioso universo nevado donde destaca el color vivo de la figura de Hedda frente al pelaje negro de su amigo lobo. Sobre el fondo blanco y gris de las ilustraciones, también destacan los colores brillantes de la casa del abuelo, cálidos y acogedores en el exterior y en el interior: cuadros, manteles, muebles presentados con mucho detalle, sin olvidar la familia de ratoncitos que habitan en la casa con los protagonistas, ven la tele en sus minibutacas, secan la ropa en la estufa de leña y juegan haciendo carreras con sus bólidos. Una vez más, hay que recordar que detrás de una apariencia feroz siempre podemos encontrar un buen amigo.