Se trata de un obra bastante original en metodología y presentación que ayuda a pensar, al menos a empezar a pensar, en medio de tanta superficialidad que no pasa de la epidermis. Todos tenemos un poco de culpa pero cada uno es responsable de lo que hace con su inteligencia y sensibilidad. Con esta obra puedes empezar a pensar o a continuar, si ya eres un afortunado pensador. Invita a no dejarse llevar por lo que otros dicen, a luchar ante las dificultades, porque el hombre o mujer es solucionador de problemas. La inteligencia es nuestra gran instrumento y se parece más a un río que discurre que a una superposición de fotografías muertas. Ojalá sean verdad aquellas palabras de Aristóteles “Todos desean saber”, pero hay que atreverse y mantener la curiosidad intelectual, ser capaces de asombrarse por las cosas, respetar a toda realidad y sobre todo a las personas. Además Marina nos recuerda que la gran creación de la inteligencia es la ética y el derecho, que permiten superar el egoísmo y convivir. En resumidas cuentas el hombre o la mujer piensan de verdad desarrolla un modo nuevo de vivir fruto de la inteligencia creadora que vuela por encima de la necesidad. Dos “peros” le pondremos a Marina: uno de fondo porque no se sabe bien dónde fundamenta la capacidad de trascendencia y la dignidad humana, y otro de forma, porque tantos signos y subrayados suyos en el libro entorpecen la lectura en contra de su proyecto, al menos para quienes ya saben leer y pensar. JOL
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Se trata de un obra bastante original en metodología y presentación que ayuda a pensar, al menos a empezar a pensar, en medio de tanta superficialidad que no pasa de la epidermis. Todos tenemos un poco de culpa pero cada uno es responsable de lo que hace con su inteligencia y sensibilidad. Con esta obra puedes empezar a pensar o a continuar, si ya eres un afortunado pensador. Invita a no dejarse llevar por lo que otros dicen, a luchar ante las dificultades, porque el hombre o mujer es solucionador de problemas. La inteligencia es nuestra gran instrumento y se parece más a un río que discurre que a una superposición de fotografías muertas. Ojalá sean verdad aquellas palabras de Aristóteles “Todos desean saber”, pero hay que atreverse y mantener la curiosidad intelectual, ser capaces de asombrarse por las cosas, respetar a toda realidad y sobre todo a las personas. Además Marina nos recuerda que la gran creación de la inteligencia es la ética y el derecho, que permiten superar el egoísmo y convivir. En resumidas cuentas el hombre o la mujer piensan de verdad desarrolla un modo nuevo de vivir fruto de la inteligencia creadora que vuela por encima de la necesidad. Dos “peros” le pondremos a Marina: uno de fondo porque no se sabe bien dónde fundamenta la capacidad de trascendencia y la dignidad humana, y otro de forma, porque tantos signos y subrayados suyos en el libro entorpecen la lectura en contra de su proyecto, al menos para quienes ya saben leer y pensar. JOL