Resulta muy significativa la fotografía realizada por el artista alemán Alberto Schommer que ocupa la portada de la primera biografía fundada del exministro de Franco Gregorio López Bravo, quien habría sido una de las figuras representativas del régimen en sus horas finales.
Efectivamente, López Bravo, ministro de Asuntos exteriores y la cara amable del régimen, es representado mientras sostenía una criatura en sus brazos. Con ese gesto, parece ser que se estaba anunciando al mundo entero el nacimiento de un niño que, pocos años después, crecería y maduraría en democracia y libertad, ante la mirada atónita de todos los franquistas que habían detentado el poder desde el final de la guerra civil.
Como ha escrito el historiador Julio Montero: aquellas generaciones de jóvenes profesionales que crecieron después de la guerra vivieron en su mayoría a espaldas de la política hasta que muerto el dictador tomaron el mando del país y lo llevaron al paso de la democracia y la convivencia.
Como expresa muy bien el autor, un grupo de profesionales partidarios del pensamiento de Franco dirigieron el desarrollo de la industria, del comercio, trasportes, de la universidad, del ejército y del campo con una ideología muy concreta: seguir las directrices de Franco y de unos técnicos que eran llevados desde las grandes instancias europeas y mundiales.
Luego, muerto el fundador del franquismo, sus ideólogos, fueron quitados de en medio por haber estado mezclados en el aparato del movimiento y aledaños, para dar paso a los jóvenes políticos nuevos y a los profesionales que habían estado alejados del poder para que tomaran las riendas de la naciente democracia.
Precisamente la tesis de esta biografía está en que López Bravo se manifestaba a sus amigos como un “liberal frustrado”, puesto que tenía que servir a un dictador que creía que podía gobernar un país sin concederle libertad política plena e incluso se creyó que podría tener un sucesor que continuara su proyecto.
Indudablemente, y esta biografía lo explica muy bien, a Franco lo derrotó la cultura liberal y democrática que afloraba por todas partes: en las librerías, periódicos, revistas, en la moda, las playas, las canciones que se oían o la televisión, el cine, por muchos intentos de censura puesto que todo el mundo sabía que la dictadura había pasado a dictablanda y desparecería.
El gran acierto de los jóvenes políticos de todo el arco parlamentario es que lograron ponerse de acuerdo en respetar la libertad del de al lado, e imperó la tolerancia y los españoles de a pie dieron una lección de democracia a los países de Europa que hasta 1975 habían impedido el ingreso en el Mercado común y en el concierto mundial.
José Carlos Martín de la Hoz
Gabriel Pérez Gómez, López Bravo. Una biografía, ediciones Rialp, Madrid 2024, 331 pp.
Comentarios
Uno de los hombres más
Uno de los hombres más destacados del siglo XX en la política española, que ha contribuido a la modernización del país, y a su proyección internacional como Ministro de Asuntos Exteriores, y antes como Ministro de Industria. Falleció joven aún en el tremendo accidente de aviación cuando se acercaban a Bilbao. También estuvo presente en el atentado contra Carrero Blanco mientras participaban en la Eucaristía. Fue de los primeros en orientar y atender a los heridos.
No se trata de una biografía definitiva aunque sí refiere lo fundamental después de revisar los archivos del Estado, del Ministerio de Exteriores, y el archivo personal encomendado a la Universidad de Navarra. Formó parte de los «ministros tecnócratas», como los denominaban los del Régimen franquista, que tanto hicieron por la democratización de Estado. En cambio, él se consideraba «un liberal frustrado», que contribuyó mucho a la renovación política española. Ha vivido momentos importantes como la incorporación a la ONU o las relaciones con Estados Unidos, con el Reino Unido, con Marruecos, la apertura audaz al Este, y con la Santa Sede.
Una vida lograda en la esfera pública y siempre en el ámbito familiar. Ingeniero naval brillante, calificado por el Presidente de ese colegio con muchos calificativos elogiosos, entre ellos: inteligente, cortés, carismático, trabajador, buen amigo, eficaz, etc. Franco dijo que no concebía un Gobierno sin él; después del atentado contra Carrero Blanco, y fallecido el General, López Bravo estuvo en la terna para ser presidente de Gobierno. Más tarde y como diputado participó en los trabajos para elaborar la Constitución.
Cuando en una entrevista le preguntaron si hacía colección, respondió sin dudarlo que coleccionaba amigos, que fueron muchos. Al cesar como ministro tenía una buena familia, muchos amigos, y poca fortuna pues siempre vivió la justicia y la austeridad. Pidió la admisión en el Opus Dei a comienzo de los cincuenta, aprovechó los medios de formación, y fue un hombre apostólico acercando a muchos a la vida cristiana. Capítulos interesantes de esta biografía son el conocimiento de su esposa Marián Velasco, el caso «Matesa», su papel en la ONU, y el dedicado a las relaciones con la Santa Sede, que refiere con detalle la difícil entrevista con el papa Pablo VI, conjugando el deber con el querer. Un gran hombre, un buen amigo, un gestor audaz y eficaz, que ha dejado una huella importante como persona con una vida lograda y ejemplar.