Verdad vs sentimiento

 

No es de ahora. Los expertos en derecho son conscientes de que ya llevamos muchos años fundamentando las leyes no en la verdad, no en la realidad, sino en los gustos, en la autoridad, en los sentimientos. Por lo tanto, no podemos quejarnos ahora de que muchos se estén inventando lo que es bueno y lo que es malo. Sobre todo a los expertos en derecho natural esto los deja atónitos.

Las cosas son, la realidad es una, y ponerse a inventar lo que es bueno y lo que es malo porque me apetece es una barbaridad que terminará muy mal. Termina en desorden y desavenencia, porque si me estoy inventando la realidad es muy poco probable que coincida con otros, o con todos, o con la mayoría.

En estos días vemos con auténtico horror cómo el gobierno cambia el concepto de terrorismo simplemente por puro interés político. Por llegar a gobernar se pueden hacer muchas cosas, sobre todo trabajar bien por el país, pero plantearse cambiar el sentido de las palabras, cambiar la moralidad de los actos por puro interés, es algo verdaderamente sorprendente. Como para quitar la paz, la tranquilidad, a muchas personas, porque hay tantos que se preguntan ¿a dónde vamos a llegar?

En definitiva, es lo que estamos viendo desde hace tiempo ya con toda la teoría del LGTBI. Porque me gusta, porque quiero, por placer, por justificar mi actitud injustificable, me invento una teoría, y ahora resulta que uno va por la vida diciendo que es mujer cuando todo el mundo sabe perfectamente que es hombre. No hay más que verlo.

Realmente la historia es antigua. Se la inventó Hans Christian Andersen en un cuento que se hizo famoso: “El traje nuevo del emperador”. El rey estaba muy contento con el traje que le habían propuesto muy novedoso, pero todos se daban cuenta de que el rey iba desnudo. No deja de ser una broma, una tomadura de pelo, para todas aquellas personas que se engañan vilmente por pura comodidad o egoísmo.

Las cosas son como son y cada uno es como nace. Se nace hombre o mujer, y desde luego el médico cuando tiene al bebé recién nacido en sus manos no duda ni un instante en decir que es una niña o un niño. Y a nadie se le ocurre decir nada en contra. Después siempre ha habido quien ha intentado inventar otra cosa, o demostrar otra cosa. Como, por ejemplo, que el homosexual nace. Pero bien saben los médicos que no es así, y bien saben todas esas personas que intentan inventarse un género, que las cosas no son así.

Pero ahora ya no nos basamos para saber cómo son las cosas en la realidad, en la naturaleza, en lo que vemos, sino en los sentimientos. “Nos falta sabiduría, nos falta el arte de asentarnos. Vamos sin rumbo fijo, pescamos fragmentos a tientas, igual que los liliputienses perdidos ante el Gulliver de la conexión global; improvisamos la gestión de nuestra vida poniendo al volante nuestros estados de ánimo... Así nos hacemos mucho daño”[1].

La verdad es la concordancia entre lo que pensamos o sabemos con la realidad. Si lo que pensamos no concuerda con la naturaleza, es mentira. Es verdad lo que concuerda con la realidad, lo contrario es egoísmo, desorden, inmoralidad.

Ángel Cabrero Ugarte

[1] Fabio Rosini, San José, Rialp 2023, p, 14

Comentarios

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En la línea de lo que escribe don Ángel Cabrero, me sorprendo cada vez que se habla en España de los nuevos derechos. Los derechos humanos hace tiempo que fueron codificados por la ONU y la Unión Europea y se supone que corresponden al derecho natural, es decir, que son irrenunciables.

¿Qué es lo que pasa con los nuevos derechos? ¿se habían olvidado de ellos y ahora los van a incorporar a los Códigos? En absoluto, la expresión nuevos derechos corresponde a una concepción positivista del Derecho; según ésta son derechos humanos aquellos que están reconocidos por la Ley, cuantos más derechos se reconozcan más derechos habrá, aunque sean absurdos y no se correspondan con la justicia ni con el derecho natural. En general, todo lo que se considera progresista puede ser reconocido como derecho; por ejemplo, la llamada salud reproductiva o el derecho a elegir son susceptibles de generar nuevos derechos.

Por el contrario, según esta teoría, cuantos menos derechos se reconozcan menos derechos habrá; por ejemplo, en el Derecho Romano a los esclavos no se les reconocían derechos, en la Alemania nazi era a los judíos y en el mundo islámico son los no creyentes los que carecen de derechos. En España los derechos bailan un poco, en función de las minorías capaces de presionar para que se declaren; sin embargo, el derecho a profesar individual o colectivamente unas creencias religiosas, se restringe progresivamente en el ámbito de la educación y en otros.