A finales de los cincuenta, el Opus Dei impulsó el comienzo de la labor apostólica en África. Olga Marlin y otras jóvenes fueron a Kenia para iniciar el primer proyecto educativo para chicas de todos los credos y razas. Con estilo cálido y cercano, la autora cuenta cómo la fe en su misión se mantuvo a pesar de los obstáculos, y dio fruto: "Cuando llegué a África, vine con un sueño que se ha hecho realidad: gente de toda clase y condición considera su trabajo como medio de acercarse a Dios y de servir a los demás".
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Varias son las cuestiones que nos explica este libro. En primer lugar cómo se produce la vocación de entrega a Dios. Olga Marlin nos cuenta la suya en pocas palabras, porque la vocación es algo sencillo cuando llega. La familia nunca está lejos del origen de esa vocación. Los padres de Olga son excepcionales o quizá sólo estupendos. Él es un judío polaco que tuvo que huir de su país cuando fue invadido por los alemanes y los rusos. Ella es un pintora holandesa, elegre y católica. Los hijos serán educados en esta fe. Aunque la familia reside en ese momento en los EE.UU. -de hecho Olga es de nacionalidad norteamericana-, su padre desea que realice sus estudios universitarios en Irlanda, donde él mismo los hizo. La segunda parte del libro -y la más extensa- se refiere al inicio y desarrollo de la labor educativa del Opus Dei en Kenia. La llevarán a cabo Olga Marlin y otras jóvenes. En los paises africanos decir educación es decir nivel de vida, salir de la pobreza, proporcionar medios humanos para sacar adelante un Estado joven y liberar a la mujer de los atavismos que la tienen sujeta. Impresiona la escena en la que un ministro, amigo del Opus Dei, es asesinado. Tenía una buena posición social, esposa y varios hijos pequeños. En el momento en el que muere llegan los miembros de su tribu y desvalijan la casa, ya que es la tribu quien hereda, no la viuda. Ésta, para sobrevivir junto con sus hijos, tendrá que contraer matrimonio con el hermano del fallecido. Afortunadamente interviene el Presidente Jomo Keniatta para nombrarla representante de Kenia en las Naciones Unidas, liberándola así de su oneroso destino. La educación que proporciona el Opus Dei en Africa no sólo es interracial, lo cual nos parece lógico, sino también intertribal. Las jóvenes de las distintas tribus no se tratan y recelan entre sí (es como el nacionalismo pero trasladado a Africa: mentalidad tribal o tribalismo). En los centros del Opus Dei en Kenia esas diferencias tendrán que desaparecer. Con el paso de los años una generación de mujeres africanas del Opus Dei se pondrá al frente de esos centros y de esas labores educativas, cuando Olga y sus compañeras sean las antiguas jóvenes que un dia llegaron a Africa con un sueño que se ha hecho realidad.