Defender la vida

En el primer escrito, “Sobre la personalidad de un Defensor de la Vida” pretende ser una reflexión compartida con el público asistente al Congreso del comportamiento diario de un “defensor de la vida” frente a un ambiente poco propicio con el que se encuentra a menuda.

Resalta la autora las actitudes de humildad, fortaleza y el saber escuchar afirmando que “el secreto para actuar con tranquilidad consiste en no identificar a la persona con su obra” y que “todo ser humano es más grande que su culpa” Intercala la conferenciante varios ejemplos muy ilustrativos de qué quiere expresar con sus exposiciones y acaba explicando la importancia de la comprensión en este trato cotidiano.

Se refiere, finalmente, la autora a “ser capaz para la amistad” a través de la amabilidad para lo cual elogia la suavidad en el trato con nuestros iguales sin caer en componendas: saber siempre transmitir la verdad abriéndose ante los otros.

Recomienda ser una ayuda a salir del pozo a los demás antes que sacarle del mismo para conseguir la sostenibilidad de los propósitos de las personas que pretendemos ayudar.

Escrito de agradable lectura por la fluidez de la expresión de la autora y la claridad expositiva de sus ideas que ayudan en la vida cotidiana a ser mejores ayudando a los demás a serlo.

En el segundo escrito “Sorpresa en Müngersdrof” explica la autora su primera visita a residencia para estudiantes Müngersdrof en Colonia durante sus años universitarios donde conoció el OPUS DEI resaltando la alegría que se vivía en ella en un ambiente de sana libertad.

Menciona como la personalidad de San Josemaría, fundador del OPUS DE,I es la fuente de ese ambiente de vida que le sedujo.

Escrito con la autoridad de una vivencia personal muy adecuado para quienes se acercan a esta institución de la Iglesia católica con prejuicios que quedan diluidos cuando se conoce la realidad de cerca y con espíritu abierto.

El tercer escrito “Celibato y Amor” se trata de un breve ensayo sobre el celibato cristiano que pretende “exponer, a grandes rasgos, cuál es el profundo sentido que, para los hombres y las mujeres de hoy, tiene el celibato voluntario.”

El celibato cristiano tiene el sentido de sacrificio, ofrenda y en todas las culturas la ofrenda consistía en lo más preciado; en este caso, el matrimonio. El valor de nuestro amor y nuestro esfuerzo depende a quien amemos y por quién hagamos el esfuerzo: en este caso, Dios.

Por eso, no consiste simplemente en quedarse soltero; es una entrega, una relación con, un vivir unido a Cristo.

El cristiano vive mirando al futuro; el que vive el celibato cristiano manifiesta de alguna manera que el futuro ha empezado ya. Cristo anunció que “después de la resurrección” no se casarán y serán como ángeles, lo cual se vive en el celibato, aunque de un modo provisorio.

No depende de nuestras fuerzas pues se trata de un don de Dios, de un regalo; una vocación cristiana que no se puede “ganar”. El abandonarse en esa llamada divina hace experimentar que el celibato más que una renuncia es un regalo. Afrontar las lógicas dificultades para vivirlo sin Cristo como modelo, hace que se deje de entender el celibato.

Se trata de entender el amor divino y el amor humano y la belleza de éste, si se basa en el primero. Para ello siempre será necesario un diálogo constante con Dios; la oración resulta ser básica para vivirlo y entenderlo.

Libro fácil de leer con ideas de fondo bien estructuradas que puede ayudar al lector a formar criterios sólidos útiles para la vida social y para la propia formación.