Dublineses

Los quince relatos que componen "Dublineses" sorprendieron en su tiempo por la libertad de su lenguaje, la crudeza de los temas y las alusiones que salpican el texto. Sin embargo, la obra no pretendía escandalizar, sino ofrecer la visión global de la realidad, o, en palabras de James Joyce, 'denunciar el alma de esa hemiplejia o parálisis que algunos llaman ciudad'.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2011 Alianza
288
978-84-206-5342
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.25
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Releo Dublineses de James Joyce y compruebo la deuda que tienen con el escritor "Tiempo de silencio", de Luís Martín Santos, y el mismísimo Franck McCourt en "Las cenizas de Ángela". También me recuerda en algún momento a C.S.Lewis en "La canción de amor de J. Alfred Prufrok" (1917). Joyce no era nacionalista sino que abominaba de Irlanda y su conservadurismo moral, por lo cual se marchó a vivir al continente y murió en Zurich en 1941. El prologuista considera "Dublineses" la mejor obra de Joyce. Nada que ver con el "Ulysses", su obra más conocida, que dibuja un mundo irreal, por más que el autor lo sitúe en unas coordenadas geográficas que conoce: las de la ciudad de Dublín. "Ulysses" tiene mucho del mundo interior de su autor, en tanto que "Dublineses" son estampas costumbristas, algo sórdidas en ocasiones, como el libro de McCourt citado en un principio.

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DUBLINESES
James Joyce.

Serie de relatos cortos sobre habitantes de la ciudad de Dublin como protagonistas. Las escenas se desarrollan a finales del XIX, antes de la independencia, con un cierto tinte nacionalista. La descripción de caracteres es fabulosa: dos rasgos y ya te lo imaginas. Aunque hay un transfondo católico en los dialogos, se presenta con desapego, cínicamente, como una costumbre más. Muchas de las historias se dejan abiertas, sin terminar, para que el lector pueda recrear un final apropiado. No hay situaciones ni descripciones inmorales.

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Joyce nos abre ventanas para que por un tiempo determinado observemos, sin ser vistos, a diferentes personas en situaciones de su vida diaria. Lo único que tienen en común, es que todos viven en Dublín. Lo demás es en cada caso diferente, aunque no podemos dejar de reconocer rasgos de carácter comunes a muchos de los personajes, por ejemplo, la afición a la bebida. Bien dice un mito que si desapareciera Dublín, podría ser reconstruido a partir de los libros de Joyce.

Con tan sólo 15 relatos, el autor nos adentra en la vida típica de Irlanda. Así encontramos amas de casa, jóvenes, sacerdotes, obreros y muchos otros personajes en diferentes situaciones y actuando tal y como lo haría cualquiera en su lugar.

En el momento de entrar en la vida de alguien, podemos encontrarnos con que se habla de personas de las que nunca antes habíamos oído; sin embargo, Joyce es tan descriptivo, que en poco tiempo, conocemos a todos de toda la vida.

En todas las narraciones se reflejan el nacionalismo y el catolicismo de Joyce, los detalles de conversaciones y de conductas están cargados de gran valor simbólico.

Todos los relatos tocan la fatalidad. Pero es que así es la vida, sobretodo la vida de quienes son la mayoría. Encontramos mujeres abnegadas, hombres irresponsables, jóvenes alocados. Presenciamos la ilusión del jovencito que acude a la feria para comprarle un regalo a la chica que le gusta, la indecisión de una mujer joven que desea abandonar su hogar para huir con su amado, la desesperación de un muchacho que pierde todo lo que tenía en una noche de juego, el cinismo del “don Juan” que estafa a una pobre muchacha, el terror que siembra el padre en su familia cuando llega borracho, la determinación con que una madre defiende a su hija, en fin, situaciones, sentimientos y actitudes que, aunque normales, no dejan de sorprendernos por su lógica y su desarrollo inevitable.

Muchos eruditos han analizado la obra de este gran autor, así que cualquier cosa que podamos comentar no añadiría gran cosa a lo ya dicho; por eso solamente recomiendo disfrutar de la lectura de este libro maravilloso.