Economía global y moral católica

Este libro es un coloquio del intelectual Cammilleri con el banquero Gotti, sobre los problemas actuales de la economía como la globalización, el desarrollo sostenido, la ecología, las deudas internaciones o el impulso de la Doctrina Social de la Iglesia.

Después de una introducción clarificadora, los autores desarrollan el diálogo ameno y profundo en cinco capítulos: la economía,  el capitalismo, la globalización, la moral  y la ética, sean banqueros o gente corriente.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2008 Cristiandad
150
9788470575372

Col. Debate

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Entrando en materia intentan demostrar que la economía de mercado es la más eficaz e hecho porque reconoce la libertad y la dignidad de la persona humana, ya que tiene raíces cristianas. A pesar de los desarrollos históricos deficientes, debidos sobre todo al pensamiento ilustrado, el capitalismo actual necesita recuperar esos orígenes que llaman a la responsabilidad personal y a plantear soluciones imaginativas pensando en el bienestar de todas las personas. La globalización intenta homogeneizar las distintas éticas para integrar mejor a los pueblos, pero es tarea difícil que no puede olvidar la dignidad de la persona humana y el sentido trascendente de la vida. Por eso el bien común no se satisface con la carrera del consumismo que aboca a la insolidaridad, alejada de los principios cristianos de solidaridad y subsidiariedad. Sólo poniendo a la persona en el centro, la economía mundial corregirá las desigualdades injustas, y la moral católica contribuirá más decisivamente aún, al ser practicada por las personas en su trabajo concebido como servicio al bien común. Y esto implica la coherencia personal de los creyentes en sus trabajaos y el reconocimiento de las dimensiones sociales de la fe.

El Cardenal G.Battista Re lo adelanta en el prefacio: «la economía y la actividad financiera tienen necesidad de la ética porque su fundamento y su razón de ser se encuentran en el hombre. Las razones de la producción, por ejemplo, no pueden prevalecer sobre la dignidad del trabajador, y los intereses del mercado no pueden ir en contra del bien de cada una de las personas y de los pueblos.